A 80 años del Nobel: Orlando Rivera y su recuerdo de Gabriela Mistral en Vicuña
Hace ochenta años, en diciembre de 1945, Chile celebraba una noticia que llenó de orgullo al país entero: Gabriela Mistral, la maestra nacida en el Valle de Elqui, se convertía en la primera persona latinoamericana en recibir el Premio Nobel de Literatura. En ese entonces, las comunicaciones eran escasas y las radios de corto alcance, por lo que la noticia llegó a los pueblos del valle con varios días de retraso. Pero cuando finalmente se supo, Vicuña y Montegrande estallaron en alegría.


Hace ochenta años, en diciembre de 1945, Chile celebraba una noticia que llenó de orgullo al país entero: Gabriela Mistral, la maestra nacida en el Valle de Elqui, se convertía en la primera persona latinoamericana en recibir el Premio Nobel de Literatura. En ese entonces, las comunicaciones eran escasas y las radios de corto alcance, por lo que la noticia llegó a los pueblos del valle con varios días de retraso. Pero cuando finalmente se supo, Vicuña y Montegrande estallaron en alegría.
Entre los recuerdos de esa época está la memoria viva de don Orlando Rivera Olivares, ex farmacéutico de la tradicional Farmacia Rivera, quien, con 94 años, revive aquel histórico encuentro con la poeta.
“En ese tiempo las comunicaciones no eran como ahora, no había televisión, ni diarios por acá. La noticia del Premio Nobel yo creo que se recibió como dos o tres días después”, recuerda don Orlando. “Pero cuando llegó aquí, fue una locura”.

El orgullo de un valle entero
El anuncio fue motivo de orgullo y celebración. Sin embargo, recuerda que las celebraciones se realizaron años más tarde, cuando Gabriela regresó al valle del Elqui en 1954.
Para esa ocasión, “yo estudiaba en el Liceo de Hombres de La Serena cuando supimos que Gabriela venía. A los alumnos internos de Vicuña nos dieron permiso, porque era una oportunidad única de verla”, contó.
La comunidad se organizó espontáneamente. “Hicimos un desfile ahí en el liceo, cantando por la Gabriela y por Vicuña. Era emocionante, como si el premio fuera de todos nosotros”.
El regreso de Gabriela a su tierra
Gabriela Mistral volvió a Chile y recorrió los lugares que marcaron su infancia, en el Valle de Elqui, “su visita fue un acontecimiento histórico”.
“Cuando Gabriela vino a Vicuña, le dieron un banquete en el Club Social. Yo era joven, tenía 17 años, y como mi padre era muy conocido, me dejaron entrar. Escuché los discursos del alcalde y de Gabriela. Ella lloró de emoción”.
Aquella jornada fue recordada por generaciones. El alcalde de Vicuña por aquello años, era Guillermo Reyes Ugarte, quien encabezó el recibimiento, y los vecinos llenaron las calles. “Se llenó todo Vicuña. Las calles y la plaza estaban repletas. Cuando llegó, la gente quería tocarla, darle la mano, como si fuera una santa”, comentó.
Antes de llegar a Vicuña, Mistral hizo una parada en El Tambo, donde compartió con viejos conocidos. “Ahí se bajó, tomó mate y conversó largo rato. Parece que tenía amigas o familiares. Luego siguió a Vicuña, y fue una fiesta”.

Una emoción que unió generaciones
El padre de don Orlando, farmacéutico y fundador de la histórica Farmacia Rivera, también estuvo presente en aquel homenaje.
“Mi papá asistió al banquete. Me contó que todos estaban emocionados, y que muchos querían tocarla, como si fuera una virgen. Fue una emoción muy grande para todo el pueblo”.
Durante la ceremonia, la municipalidad nombró a Gabriela Mistral Hija Ilustre de Vicuña, y la calle Maipú cambió su nombre por el de la poetisa. Fue un reconocimiento simbólico, pero lleno de afecto y orgullo local.
El legado en la memoria de los vicuñenses
Don Orlando recuerda que, en su infancia, Gabriela Mistral ya era una figura conocida, aunque distante. “Yo la conocía de nombre, pero fue en el Liceo donde los profesores nos hablaron más de ella. Nos decían que era del valle, que había sido maestra, que escribía poemas. Cuando recibió el Nobel, los profesores estaban felices, como si el premio fuera de ellos también”.
“Gabriela está presente en todo: en las escuelas, en las plazas, en las conversaciones de la gente. No es solo un nombre en los libros, es parte de nuestra identidad”.
Una mujer adelantada a su tiempo
Al reflexionar sobre la vida y obra de la poetisa, don Orlando reconoce la dimensión de su figura, especialmente considerando el contexto social de la época. “En esos tiempos la mujer estaba reducida al hogar. Que una mujer llegara a tener un Premio Nobel era algo impensado. Gabriela fue una excepción en un mundo dominado por hombres”.
No obstante, el reconocimiento internacional de Mistral fue, para muchos, más grande en el extranjero que en su propio país. “Yo creo que Gabriela Mistral era más famosa en el mundo que en Chile. En otros países la admiraban, mientras aquí algunos la criticaban. Pero cuando ganó el Nobel, todos se olvidaron de lo malo y la supieron felicitar”, afirmó Orlando.

Entre el recuerdo y la nostalgia
Hoy, a sus más de noventa años, don Orlando Rivera conserva la lucidez y el cariño por esas vivencias que marcaron su juventud. Se emociona al hablar de Gabriela y de cómo su figura sigue presente en las calles, las escuelas y los recuerdos de Vicuña.
“Si usted le pregunta a cualquier vicuñense quién fue Gabriela Mistral, le va a responder. Porque si no, lo echan de Vicuña”, comenta entre risas.
Sin embargo, también observa cierta distancia en las nuevas generaciones respecto a su legado. “Antes se hablaba más de ella en las escuelas, se hacían actos y lecturas, se recitaban sus poemas. Ahora la nombran menos. Pero en Montegrande, en la comuna de Paihuano y en El Tambo, todavía se mantiene la tradición de la mateada mistraliana, que es algo muy bonito”.
Don Orlando Rivera, memoria viva del Elqui
Más allá de su testimonio sobre Gabriela, la historia de don Orlando es también la de una familia emblemática en Vicuña. Hijo del fundador de la Farmacia Rivera, él mismo ejerció como farmacéutico durante décadas, siendo un referente comunitario. Hoy su hijo, Fernando Rivera, continúa con el legado familiar.
“Me retiré hace unos años, pero sigo yendo de vez en cuando. Ya tengo mis años, pero trato de mantenerme bien”, dice con humor.
Su memoria y su voz son testimonio de una época en la que la noticia del Nobel fue más que un acontecimiento literario: fue un símbolo de esperanza y orgullo nacional, especialmente para el pequeño valle que vio nacer a la poetisa más universal de Chile.
“Fue algo que cambió la historia. Como que todo el país se sintió más educado, más importante. A ver si sale otro Nobel, decía la gente. Pero Gabriela fue única”.
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