El Colegio Joaquín Vicuña Larraín comienza a funcionar en
el año 2003 y se convierte en el primer establecimiento de Educación Urbano
Municipal de Vicuña que abre sus puertas para ingresar a la Jornada Escolar
Completa Diurna. En sus inicios, contaban con un número de 797 matrículas pero
en el año 2016 las cifras descendieron a 267 estudiantes matriculados, un 67%
menos que en sus inicios.
El 40% de la disminución de matrícula entre los años 2003
y 2016 se debió a una problemática de convivencia escolar (agresiones físicas y
psicológicas, entre otras), así lo reflejaba el control interno y los Indicadores de Desarrollo
Personal y Social del SIMCE 2015, donde
los estudiantes del colegio tenían una percepción del clima de
convivencia escolar por debajo del promedio de los establecimientos de igual
nivel socioeconómico (nivel bajo), al igual que los mismos resultados de la
misma prueba estandarizada.
El Índice de
Vulnerabilidad de Escolar (IVE) arrojaba una cifra del 92,1% y el entorno cercano al colegio concentraba los delitos
de mayor connotación social de la
comuna: robo, hurto, homicidio, además de
violencia intrafamiliar, micro tráfico y consumo.
El colegio era
catalogado como insuficiente académicamente, los resultados eran bajo el
promedio nacional y los
indicadores contribuían a una
estigmatización negativa del colegio en la comunidad, logrando en los alumnos
una autoestima académica baja (reflejada también en los resultados de Indicadores de Desarrollo Personal y
Social del SIMCE 2015).
Ante esta realidad,
para los profesionales del establecimiento y los apoderados los niños corrían
mucho riesgo social por su entorno, por lo que necesitaban crear estrategias
que permitieran lograr instancias y acciones para aumentar la matrícula,
mejorar los resultados académicos y para generar un clima de convivencia que
evite la violencia y asegure el aprendizaje.
Ese mismo año, ocurre un cambio y Marta Ruz es seleccionada por la Alta
Dirección Pública para dirigir el establecimiento. Marta, conoce el proyecto Comunidades de
Aprendizaje a través de la experiencia de otro colegio en la comuna y convence
a su equipo docente de incorporarse a esta nueva propuesta de innovación
pedagógica.
“Desde el momento
en que ingresamos a Comunidades de Aprendizaje, nos hemos visto nosotros mismos
como una comunidad, no en el puro sentido de la palabra, sino que en la
profundidad de lo que eso significa: vernos como una gran familia y un gran
organismo educativo en el cual todos tiene cabida y todos pueden participar,
tanto alumnos como apoderados y voluntarios”, declara Marta.
Marta señala que en
el colegio desarrollan principalmente tres Actuaciones Educativas de Éxito, para
mejorar los aprendizajes en el aula: los grupos interactivos, las tertulias
pedagógicas y las tertulias literarias. “Con estas nuevas estrategias fueron
aflorando iniciativas, sobre todo la de llevar a cabo la etapa del sueño”.
“Joaquín Vicuña Larraín, una estrella brillante en el
Valle del Elqui”
Luego de que la
comunidad escolar del colegio Joaquín Vicuña Larraín tomara la decisión de
transformarse en una Comunidad de Aprendizaje, estudiantes, docentes y
apoderados soñaron con el colegio que querían, lo que es una tercera etapa del
proyecto. Así, definieron que un
observatorio era la herramienta que les daría un sello astronómico único, como
también una orientación
metodológica para el mejoramiento de la calidad de la educación.
La actividad final
de la etapa del Sueño la realizaron de noche y se reunieron profesores, padres
y estudiantes bajo el lema “Joaquín Vicuña Larraín, una estrella brillante en
el Valle del Elqui”. Cada curso tomó una constelación en representación e
iluminaron el colegio con que cada una de ellas. Los docentes se vistieron de
personajes que tenían relación con distintas estrellas, “entonces entramos en
toda una dinámica estelar y cósmica que nos gustó mucho. Una de las acciones
nuestro sueño tenía y que la llevaríamos a cabo en un mediano plazo, fue la
potenciar un rincón de la escuela con un observatorio astronómico”, relata la directora
Marta Ruz.
Para la
comunidad escolar del colegio Joaquín Vicuña Larraín, su implementación
permitiría desarrollar el sentido de pertenencia e identidad, mejorar la
autoestima y aportaría contra la estigmatización negativa que se tenía del
colegio en la comuna, facilitando un ambiente educativo favorable.
También permitiría desarrollar la astronomía en los niños y jóvenes de la
comuna de Vicuña, especialmente de las escuelas municipales, facilitando el
desarrollo del capital humano para la región, como lo recomienda el plan de
desarrollo estratégico “Hoja de Ruta del Astro turismo en Chile 2016- 2025” de CORFO.
También, con el
tiempo proyectaban un aumento de las matrículas y esto facilitaría la
continuidad del establecimiento en el sector, asegurando que habría familias
que confiarían en la metodología de enseñanza del colegio, con nuevas oportunidades de desarrollo profesional.
En paralelo al
sueño, conocieron los fondos concursables de la Fundación Carmen Goudie,
quienes tienen una línea de financiamiento para el fortalecimiento de
comunidades educativas vulnerables y decidieron postular.
El profesor de
artes visuales y aficionado a la astronomía, Juan Antonio
Cortés, fue el responsable de llevar a cabo el proyecto y lo presentó a la
fundación. Juan estaba plenamente convencido que podrían adjudicárselo y que un
observatorio era lo que el colegio necesitaba. “Los niños tenían poca
proyección académica y profesional, su autoestima era muy baja a raíz de toda
una problemática social. Al mismo tiempo Vicuña buscaba convertirse en capital
mundial de la astronomía, por lo que nosotros podíamos ser formadores desde ya
de capital humano para la comuna, donde los niños más vulnerables se formarían
con conocimientos astronómicos y de esa forma les daríamos nuevas oportunidades
de desarrollo profesional”, cuenta el profesor.
Luego de un año de
su postulación y de pasar por varias etapas, finalmente fueron seleccionados.
Al ser un proyecto ambicioso, donde no manejaban todos los aspectos técnicos,
el colegio tuvo que asesorarse para encontrar los equipos adecuados que
requerían y esa ayuda la brindó el Observatorio Cerro Tololo, a través del
Departamento de Educación y Extensión Cultural.
En total,
recibieron un financiamiento de $34 millones y la construcción del observatorio
Wara Wara (estrellas en lengua aymara) pudo concretarse a fines del 2018.
Formación
astronómica, intercultural y colaborativa: Sellos Educativos del Colegio
Hoy, el colegio
Joaquín Vicuña Larraín basa su formación educativa tanto en los astronómico
como en el aprendizaje colaborativo y comunitario, lo que dialoga con la propuesta
transformadora de Comunidades de Aprendizaje, donde las Actuaciones Educativas
de Éxito potencian la enseñanza a los estudiantes.
Actualmente el profesor
Juan Antonio Cortés realiza el taller de astronomía y de arqueoastronomía, que
es la ciencia que estudia los conocimientos astronómicos que tenían las
civilizaciones y los pueblos originarios. A través del Programa de Educación
Intercultural Bilingüe del Ministerio de Educación, hoy cuentan educador
tradicional de origen diaguita quien junto al profesor Cortés desarrollan pedagógicamente
toda la cosmovisión y la cosmogonía indígena relacionado a la visión que
tuvieron nuestros antepasados del cielo elquino.
Ambos talleres son realizados de primero a octavo básico, en el horario de la jornada escolar completa y toman todas las áreas del currículum: matemáticas, lenguaje, ciencias naturales, historia y geografía. “Tomamos todos estos objetivos de aprendizaje por niveles y adaptamos actividades astronómicas para cada materia. En el fondo, lo que nosotros estamos haciendo es reforzar el currículum, pero con actividades astronómicas que aprendí principalmente de un curso de capacitación que me hicieron en el Cerro Tololo”, explica el profesor Juan Antonio Cortés.
El observatorio
posee tres telescopios, una estación meteorológica, un monitor LED que funciona
como receptor de imágenes del Observatorio Cerro Tololo, cámaras de video que
se colocan al telescopio y pueden verse las imágenes a través del monitor,
cámaras fotográficas para hacer astrofotografía y una cuña ecuatorial, entre
otros.
Pronto, planean
realizar “efemérides astronómicas” para que la comunidad pueda vivir la
experiencia de observar distintos fenómenos astronómicos en el colegio. “Así
creamos comunidad y los apoderados se sienten más identificados con el observatorio,
nos ayudan a cuidarlo y protegerlo”, explica el profesor Juan Antonio Cortés.
“Desde que entramos
a Comunidades de Aprendizaje y se llevó a cabo la implementación del observatorio,
notamos un cambio muy positivo, la comunidad ha ido cambiando la opinión del
colegio, además que el año pasado tuvimos un buen Simce. Los niños subieron en
los Indicadores de Desarrollo Personal y Social, sobre todo en el tema de la
autoestima y eso se nota. El clima de convivencia está mejor y hay mucha más
motivación, todos disfrutamos y aprendemos en el observatorio”, concluye.
A la espera del
eclipse
El 1 y 2 de julio
el colegio realizará un campamento escolar donde esperan recibir a distintos
establecimientos que son parte de Comunidades de Aprendizaje.
En el evento se llevará a cabo una vigilia nocturna a la espera del eclipse y tendrán una pantalla gigante conectada al telescopio del observatorio, para ir viendo como irá ocurriendo el fenómeno astronómico.
“Estamos muy
entusiasmados esperando el eclipse total de sol que es el hito astronómico de
mayor importancia y relevancia que va a tener el Valle del Elqui hasta el 2165,
cuando se repetirá con las mismas características. Así que esperamos a los
demás colegios acá para sumarse a la celebración y vivir una experiencia
única”, señala la directora Marta Ruz.