Como es tradición, la
ciudad de Vicuña cerrará su tan reconocido Carnaval Elquino con su fiesta de la
vendimia y posterior “Corso de Flores”; fiestas tan esperadas por las y los
habitantes y turistas que dan por terminada las fiestas estivales. Más, este
año, los sones y colores tendrán un valor agregado, pues lejos de terminar con
la fiesta, serán el punto de partida del camino hacia el bicentenario desde la
fundación de la Villa de San Isidro de Vicuña.
Esto nos debiera colocar en
el ejercicio de responder a cómo hemos imaginado esta fecha tan relevante para
la capital del Valle de Elqui, más, cuando lo celebraremos en medio, o eso
esperamos, de profundos cambios sociales que han surgido al alero del estallido
social. Por ello, convendrá que el trabajo que iniciemos, y confiamos que será
así, despliegue toda la energía en posicionar a la ciudad no solo desde el área
turística, sino también histórica y patrimonial.
En este sentido, el
bicentenario de la ciudad será un escenario propicio para presentar a Vicuña
desde nuevas perspectivas; que visibilice a esas tantas y tantos sujetos
históricos que hasta el momento han estado detrás de la historia oficial; que
abra espacios a ejercicios de memorias colectivas, que, a partir de distintos
relatos y narraciones, revitalicen el sentido de pertenencia del ser
elquino-vicuñense. No podemos perder la oportunidad que nos brinda esta
celebración. ¿Por qué? Por que el cómo celebraremos los doscientos años, será el
reflejo del cómo veremos la ciudad en las próximas décadas. De allí que, cada
inauguración de monumentos o plazas, los lugares donde se coloquen las
distintas placas conmemorativas, los actos que se realicen a nivel escolar o
institucional, y otras acciones, darán respuesta al cómo hemos construido la
ciudad y la seguiremos construyendo.
Hoy emprendemos un camino que no muchas ciudades o instituciones en Chile han podido iniciar y que coincide, además, con un fenómeno histórico interesante que se viene, que es la revaloración de lo ‘republicano’. Sé que trabajaremos con mucho optimismo y esperanza, y tal como lo fue el centenario de la ciudad, estos doscientos años se inscribirán como un nuevo impulso hacia el nombre de Vicuña.
Por Cristian Rodríguez Astorga, Profesor de Estado en Historia y Geografía